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 “Se trata de acompañar el cambio, entenderlo y hacer que no nos haga perder nuestros principios”

Bajo el efecto conjunto de profundos cambios tecnológicos (hegemonía creciente de internet, aceleración de la innovación) y culturales (desaparición de lo privado), nuestra relación con la información se ha modificado profundamente. Internet abrió un espacio para cada uno de nosotros acarreando una liberalización de la información y cambiando el modelo de negocio tradicional. Pere Guardiola, el Director General de La Vanguardia, comparte su visión optimista sobre el establecimiento de este nuevo paradigma que ha rediseñado el panorama informativo, pero, sin olvidar subrayar la responsabilidad que nos incumbe a todos.

¿Qué opina de esta evolución respecto a nuestra relación con la información?

Estamos pasando de un proceso en el que la información estaba liderada por editores en todo el mundo, a un momento en que estamos perdiendo el control de la información, pero no el de la opinión. La información, gracias a las nuevas tecnologías, se ha democratizado enormemente. Cualquiera tiene la posibilidad de elaborar información, construir su propio blog y convertirse en un comunicador o divulgador de lo que conoce. Esta democratización de la información es buena para la sociedad porque le permite tener a su alcance altavoces en los cuales expresar su opinión. Además, la gente ahora se siente desahogada al poder compartir lo que piensa de forma instantánea. Me parece muy positivo poder volcar lo que uno lleva dentro; al final, el emisor emite los mensajes que quiere pero el receptor elige los que quiere leer.

¿Cuáles son los puntos positivos y negativos de esta profusión de información?

Este cambio conlleva, para mí, muchos más puntos positivos que negativos. Al final, lo que se está consiguiendo es que haya más gente que lea que antes. Es cierto que la manera de leer es distinta pero el número de letras y párrafos leídos es muy superior al de hace 20 años. Lo único inquietante es que los ciudadanos no diferencien las fuentes fiables de las no fiables. Si a todo le damos la misma jerarquía e importancia, entonces sí que se producirá un problema pero no es algo que podamos controlar. A mí me preocupa mucho más que un canal de televisión sea líder en España con el tipo de programación que emite. Esta vulgaridad generalizada tendrá seguramente más consecuencias en la sociedad que la superficialidad fragmentada en Internet.

¿Cree que esta era de transparencia será más democrática e igualitaria?

Estábamos peor hacer unos 50 o 60 años cuando ocurrían muchas cosas de las que no se enteraba nadie. Este nuevo modelo es mucho más democrático que antes. Seguirá habiendo control porque siempre existirán personas, lobbies o intereses que trabajen sólo a favor suyo. Sin embargo, no podemos volver hacia antiguos modos de regulación basados en la censura. Al final, la explosión de canales de información equilibra el poder y rompe monopolios.

Según usted, ¿quién influye más, hoy en día, en la opinión pública: los diarios o las redes sociales?

Pienso que las redes sociales vertebran la opinión pública pero de una forma espontánea, poco organizada. Todo lo que ocurre en las redes sociales es muy emocional y nada reflexivo. Se actúa por impulso, con instantaneidad y sin proceso de reflexión previo ni estrategia. Cabe establecer una diferencia entre la democratización y la influencia; desde este punto de vista, la influencia de una persona escribiendo desde su propio blog tiene un alcance limitado. En cambio, los medios de comunicación se benefician de una audiencia que les lee y, a pesar de esta democratización de la producción de contenidos, siguen teniendo influencia respecto a lo que ocurre en el mundo.

¿Se ha de instaurar una regulación de la información?

El orden lo pondrán los lectores. La audiencia ordenará aquello que vale la pena existir. Habrá un tipo de selección natural y de orden dentro del desorden. Creo que el mercado, a largo plazo, siempre se acaba organizando al igual que lo hace la naturaleza, aunque los terremotos forman parte de este proceso. Por tanto, todo este ruido que hay actualmente acabará convirtiéndose en un ordenamiento.

¿Cómo conseguir la información relevante en esta sobrecarga informativa?

El incremento de información no lleva asociado, necesariamente, una proporción en la calidad de esta información. La clave del futuro consistirá en seleccionarla. Pero para conseguirlo, resulta imprescindible educar a la sociedad y, más particularmente, a los jóvenes a fin de enseñarles a escoger aquello que nos aporta valor y confianza.

No hay más remedio ante un crecimiento exponencial de la información. Es un problema de educación que ha de empezar en la familia. Tiene que ver más con los ejemplos que se transmiten en el seno de la familia que con los modelos educativo público o privado. Se educa con el ejemplo, no con el discurso.

¿Cuál es su posición frente a la erradicación de la cultura del secreto y de lo privado?

Antes tu vida era privada y tenías momentos públicos que decidías tú. Se han invertido totalmente los roles: ahora tu vida es pública, y tienes que buscar y decidir tu grado de intimidad. Esto sí que representa un cambio profundo. Aislarte, hoy en día, es triste y significa perder muchas oportunidades y experiencias. Pero, a pesar de que las nuevas tecnologías tengan control sobre tus hábitos y conductas, tienes que buscar momentos que sean sagrados. ¡Es posible seguir teniendo secretos!

¿Piensa que se cumplió la profecía según la cual Internet iba a matar al periodismo?

No, pero lo que está creando problemas al periodista es el intrusismo. Demasiadas personas confunden el ser un comunicador con ser un periodista. Ser comunicador es tener un don para comunicar pero no implica un método en la elaboración de este contenido; ser periodista significa tener unos códigos de conducta y de ética. Cuando se confunden los roles, el resultado es decepcionante.

Estoy convencido de que el periodismo, en su esencia, se reforzará y crecerá pero habrá, también, una depuración. Se necesitarán cada vez más a periodistas valientes, no alineados con una determinada manera de pensar. El buen periodista tiene que desarrollar su propia hoja de ruta, su propia manera de pensar, debe elaborar un criterio propio y conectado con la sociedad, que por otro lado es a quien sirve.

Ante el nuevo modelo de negocio (desplome de la inversión publicitaria, dificultad de mantener las ventas), ¿qué alternativa contempla para La Vanguardia?

La Vanguardia, al igual que otros periódicos, se ha adaptado a la caída de los ingresos por publicidad haciendo una reordenación de sus procesos y de su actividad; lo que le ha permitido optimizar millones de euros en costes en los últimos 5 años y compensar la caída de sus ingresos. Esto debería ser una disciplina permanente en el futuro, independientemente que las cosas vayan bien o mal, y no una mera acción de contingencia. En las empresas deben haber dos tipos de profesionales: Constructores (buscan el crecimiento vía la innovación y el desarrollo de actividades y nuevos negocios) y los destructores (eliminan todo lo superfluo optimizando permanentemente los costes y seleccionando las líneas de negocio no rentables).

La Vanguardia está enfocada a una gestión rigurosa, que es la clave de su supervivencia y liderazgo durante 131 años, está en su código genético. Esta filosofía junto con una línea de calidad en todo lo que hacemos garantiza nuestro futuro.

¿Prevé la desaparición de todos los periódicos de papel?

En el fondo lo que ha habido es un cambio de canal, de tecnología y de modelo de negocio. Internet está allí, no hay que ir contra él. Se trata de acompañarlo, entenderlo y trabajar juntos, no en contra de. El reto está en que no nos haga perder nuestros principios.

A corto plazo, no veo cambios sustanciales; los periódicos de papel no desaparecerán en absoluto, excepto los que lo hacen mal como en cualquier negocio. Por el hecho de que desaparezcan negocios, no pensamos que va a desaparecer la actividad de ese sector, ¿verdad?.

Lo que sí es cierto es que la lectura en soporte papel se moverá cada vez más hacia momentos asociados con el tiempo libre y el relax. Y comprar un diario en papel será un pequeño lujo asequible, un placer que nos relajará y nos conectará con momentos premium. A largo plazo se convertirá en un producto con contenidos extensos y noticias asociadas con el análisis, la opinión y la interpretación.

Hay una ventaja que tiene el papel y que es más importante de lo que parece para muchos lectores, aunque a simple vista pueda parecer absurdo: el papel se puede recortar.

Los medios tradicionales están siendo remodelados y podemos observar que la mayoría de ellos acortan sus contenidos y tienden a privilegiar lo breve…

Fabricamos los contenidos con menos tiempo. Hay que distinguir entre las noticias y la información: hay más noticias y opinión que nunca entre las ediciones de papel e internet de los diarios.

Lo importante es que la información siga siendo igual de fiable si está amparada por una marca como La Vanguardia. Las marcas de toda la vida se llevan más del 80% de la audiencia informativa en internet y es un fenómeno mundial. Los lectores buscan información fiable y la confianza hoy por hoy la generamos nosotros y marcas centenarias como el New York Times. Las marcas blancas no funcionan en Internet, en la actividad de la información.

¿Cómo aprehender esta nueva realidad?

Hemos de afrontar el futuro y los cambios que vienen con valentía, audacia y sin miedo, sabiendo conservar lo mejor que tenemos y lo que nos ha llevado hasta aquí, pero sabiendo cambiar a tiempo aquello que sea necesario para mantener nuestra posición.

Y, sobre todo, sólo preocuparnos de lo que está en nuestras manos: cada uno de nosotros, cuando elabora contenidos (empresa o particular), ha de ser responsable con lo que está escribiendo.

No es la tecnología la que acelera las cosas, sino el mundo el que va acelerado. La tecnología ha surgido como una consecuencia de la aceleración del ritmo económico consecuencia de la globalización.

Entrevista realitzada per Audrey Damas